La idea de que el Universo tuvo su origen en una gran explosión (big bang)
que dio origen a todo —tiempo, espacio, materia, energía— provoca muchos
interrogantes. Quizá el más común es preguntar de dónde surgió tal explosión, hay
dos respuestas posibles.
La primera es la respuesta científica. Es bastante sencilla: antes
del big
bang no había nada. Es más, no tiene sentido preguntar qué hubo
antes del big
bang, pues hablamos del origen del tiempo: no puede haber “antes”
del principio, o qué temperaturas hay por debajo del cero absoluto.
La segunda
posible respuesta, aunque tiene sus raíces firmemente asentadas en la ciencia,
no es una respuesta científica, pues no es posible someterla a prueba.
La mecánica
cuántica predice que aun el espacio vacío (que no es lo mismo que la nada)
tiene cierta energía, la cual sufre constantemente pequeñas fluctuaciones. Se
ha comprobado que a partir de estas fluctuaciones pueden surgir pares de
partículas (una positiva y una negativa) cuya suma es cero, y que existen
durante unas cuantas fracciones de segundo antes de combinarse nuevamente y
desaparecer. El resultado es que todo vuelve a quedar igual.
Pues bien:
algunos audaces cosmólogos han aventurado que el big bang pudo surgir de
fluctuaciones parecidas, sólo que no del vacío, sino de la nada. De alguna
manera, una de las fluctuaciones persistió y se “infló” hasta dar origen a todo
el Universo.
Una asombrosa
consecuencia de esta idea es que continuamente podrían estar surgiendo
universos, cada uno en su propio big bang y
cada uno con sus propias características.
En
el siguiente link puedes descargar la presentación del origen del universo
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